No hay verano sin helado de vainilla, y no hay helado de vainilla como el casero. Cremoso, aromático y con ese sabor auténtico que recuerda a las heladerías artesanas, esta receta es un imprescindible en mi cocina.
Si tienes heladera, conseguirás una textura suave en pocos minutos. Si no la tienes, no te preocupes: te explico cómo lograr que quede igual de cremoso, sin cristales y sin perder sabor. El secreto está en el control del batido y en un ingrediente clave que evita la cristalización: el azúcar invertido (o su versión natural, la miel).
Este helado es perfecto para disfrutar solo, con un toque de caramelo o como base para batidos, tartas heladas o postres más elaborados. Y sí, confieso que muchas veces acabo comiéndolo a cucharadas directamente del envase.
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