¿Hace calor? Entonces prepárate para disfrutar del postre del verano. Este helado de café con galletas Oreo no solo es casero y fácil de hacer, también es el más cremoso que he probado nunca sin usar heladera. En casa ya lo llaman “el helado que nunca llega al congelador”, porque mientras lo preparo, ya hay cucharas haciendo cola para probarlo.
La combinación de la leche condensada con el café y la nata montada consigue una textura suave, sin cristales, que se deshace en la boca. Y si a eso le sumas las galletas Oreo troceadas —esas que tanto nos gustan—, tienes una receta irresistible: con contraste de sabores, crujiente por momentos, y con ese aroma a café recién hecho que te abraza desde la primera cucharada.
Es de esas recetas que te salvan el día. Cuando hace demasiado calor para encender el horno, o cuando necesitas un capricho rápido que te levante el ánimo. O simplemente, cuando quieres darte un premio después de una semana larga. Porque este helado no es solo un postre, es un pequeño momento de felicidad en formato cucharada.
Y lo mejor es que puedes personalizarlo como más te guste. ¿Ideas? Pruébalo con galletas Lotus, añade chips de chocolate blanco, trocitos de brownie o incluso un chorrito de licor de café si lo vas a disfrutar solo con adultos. La base es tan agradecida que siempre queda bien, y puedes adaptarla a tu gusto o al de tu familia.
Así que ya sabes: si eres amante del café, de las Oreo o simplemente de los helados caseros que te hacen sonreír… guarda esta receta como oro en el congelador. ¡Te aseguro que vas a querer repetirla una y otra vez!
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