Feliz año nuevo amores, ya se terminaron las fiestas, en verdad tenía ya ganas, aunque parezca mentira, empezaba a estar un poco cansada de tantos dulces por todos los lados, cada uno más delicioso que el anterior. Pero bueno, ya estoy de nuevo por aquí después de unas largas vacaciones, disfrutando de mi familia. ¡Ya os echaba de menos! Empiezo el año con muchas fuerzas, un montón de recetas fáciles, metas e ilusiones y que mejor forma de hacerlo que con estas deliciosas madeleines.
No puedo imaginarme mi vida sin esta deliciosa receta casera, ya que cada mañana suelo desayunar un café en el cual me gusta mojar algún tipo de bizcocho, y evidentemente si es casero mucho mejor. Para aquellos que os gusten las magdalenas caseras, no os podéis perder esta receta, ya que la similitud es muy grande, ambos son abizcochados y tienen ese sabor tradicional que tanto cuesta conseguir. Por eso esta receta la incluí en mi primer libro, son recetas que no deberían perderse, ya que forman parte de nuestra historia.
Son madeleines esponjosas, pero crujientes por fuera y con los chips de chocolate hacen enloquecer a cualquiera, aunque su historia no está muy clara, ya que su origen es incierto, pero hay dos leyendas muy chulas que os voy a contar; La primera se dice que su nombre se debe a una joven criada llamada Madeline Paulmier, que en 1755 elaboró estos pastelitos para el rey de Polonia, que tenía su palacio en Francia.
Y la otra leyenda se remonta a la época de los peregrinajes a Santiago de Compostela. Una joven llamada Magdalena les servía a los peregrinos unos pastelitos en forma de concha, símbolo de peregrinaje. De aquí se dice que se explica su implantación en España.
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Sea como sea… Podemos disfrutar de estas deliciosas Madaleines o Magdalenas, en realidad da un poco igual el origen de estos dulces.
